La descarbonización industrial es uno de los temas que más está dando que hablar en el Foro Económico Mundial de Davos, que se celebra estos días en la ciudad helvética. De hecho, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció el martes durante su intervención una nueva legislación, la Ley para la Industria Emisiones Cero, diseñada para implementar una impulsar la conversión “verde” del tejido empresarial europeo y basarlo en fuentes de energía que no generen emisiones de carbono.
Uno de los retos que los líderes mundiales con más urgencia es la sostenibilidad del crecimiento. Según el Net-Zero Industry Tracker 2022 Edition, un informe elaborado por el Foro Económico Mundia (FEM), se espera que la economía global preste servicios a un 25% más de personas para 2050 y que la clase media a nivel mundial doble su poder adquisitivo con respecto a 2022. Además, el perfil de los consumidores será aún más urbano (un 50% más que el año pasado).
Este panorama plantea una serie de retos a los que hacer frente para garantizar la sostenibilidad del planeta que afecta, sobre todo, a las empresas. Las industrias globales acaparan la mayoría de las emisiones en la actualidad para brindar los materiales y los bienes de consumo a sus clientes y se espera que la demanda de energía y de `productos industriales por parte de las mismas aumenten un 30% y un 80%, respectivamente. Así, la descarbonización efectiva de los procesos de producción y las cadenas de valor es crucial para lograr los objetivos climáticos.
Las industrias pesadas, las más atrasadas en la transformación
El informe se centra en seis industrias pesadas: aluminio, cemento, acero, amoniaco, petróleo y gas natural; e indica que, pese a los esfuerzos realizados en los últimos años, la extrapolación del progreso hecho hasta la actualidad a las proyecciones futuras indican que se debe incrementar el ritmo de descarbonización si se quiere alcanzar la tan ansiada meta de “emisiones cero” para el año 2050.
Según se señala en el estudio, son esta clase de industrias las que tienen un mayor camino por recorrer. Los obstáculos de los últimos años, como las interrupciones en las cadenas de suministro o la fragmentación global, acrecentada tras la invasión rusa de Ucrania, han frenado el progreso en esta área. Según el estudio, ya existen prototipos de producción de bajas emisiones en avanzado estado para muchas de estas industrias (algunas, incluso, ya se encuentran en fase de pruebas). Estas nuevas tecnologías pueden reducir drásticamente las emisiones (un 82% el gas natural, un 95% para el cemento y acero, y un 100% en el caso del amoníaco). Sin embargo, al ritmo actual, estas tecnologías no se comercializarán antes de la segunda mitad de la década.
Otra de las conclusiones extraídas es que las distintas estrategias de descarbonización se basan potenciar fuentes de energía cuya implantación todavía es escasa, como el hidrógeno limpio (azul y verde). Según el Net-Zero Industry Tracker, si se quiere satisfacer las necesidades proyectadas para 2050, las capacidades de almacenamiento global de CO₂ y las infraestructuras de producción de hidrógeno limpio deben crecer 64 veces y 8 veces, respectivamente. Para ello, calculan que será necesario agregar casi 1.700 gigavatios (GW) de energía limpia, lo que requerirá inversiones en infraestructuras por un valor aproximado de 4,2 billones de dólares durante los próximos 30 años. Esta cifra supone casi el triple del PIB de España en 2021.
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